En un país normal

Con aires dignos y pose crispada se repite la letanía: en un país normal no se consentiría que se pitara su himno y sus símbolos nacionales. Entendamos, pues, que Italia tampoco es un país normal porque el domingo su himno recibió una sonora pitada en la final de Copa por parte de aficionados napolitianos; también por algunos juventinos deseosos de emancipar la próspera Padania frente al vago y pendenciero sur.

Coincido con buena parte de los intervinientes del blog: yo no pitaría un himno, no porque no me gustara que lo hicieran con el mío (si lo tuviera) sino porque de ese modo, bajo el pretexto del ultraje, puede diluirse el motivo legítimo de crítica o enfado hacia aquello que centra la protesta.

Ahora bien, aquél que da lecciones debe cerciorarse de que tiene un comportamiento ejemplar en asuntos como los que ahora ataca con titulares y brochas gruesas. Convendría no olvidar que hace apenas un año el Real Madrid prohibió el uso del catalán en su estadio en el partido de Champions League. La excusa, ya saben, evitar que pudieran generarse episodios de tensión o violencia. A las pobres gentes les desgarra el alma que se silbe su himno, pero si oyen hablar en catalán en su estadio, como Hulks de la vida, pueden entrar en un estadio de enajenación plenamente justificado que les haría perder los papeles.

En cualquier caso, ni la pitada tiene tanta importancia ni la indignación que provoca en la Villa y Corte es tal. No hay nadie más interesado en que el abucheo sea monumental que personajes como Esperanza Aguirre. Ella ahora es feliz. Ocupa portadas, es Trending Topic, centra tertulias y titulares. En un país normal ocuparía esa preeminente posición mediática ahora mismo por escándalos como el de Bankia o jugarretas como la del déficit. No es así; ya ha cumplido su objetivo.

Que catalanes y vascos en su mayoría o no quieren formar parte de España o quisieran hacerlo en diferentes condiciones es una obviedad. Suspender el partido o jugarlo a puerta cerrada no va a cambiar eso. O quizá sí, amplificando ese sentimiento de desapego. Habrá pitada y serán comprensibles las críticas a la pitada por parte de aquellos que se hayan sentido ofendidos. Nada raro, nada anormal. Expresarse y discrepar es algo natural. En un país normal.

lebowski