La culpa es de Pellegrini

Hablemos de periodismo deportivo. 

El otro día entró un amable y educado anónimo, disgustado por el trato que la prensa y algunos aficionados damos a Mourinho. Nos enlazó un artículo muy currado y bien documentado, en el que incluso se molesta el autor en añadir las fuentes. Muchos de los periodistas que “cobran”,  debieran tomar nota. Lástima que  algunas son simples extractos sacados de contexto y con muchas referencias indirectas.  

Pobrecito ... Con lo buen niño que es ...

Entiendo perfectamente su inquietud. Yo también soy sensible a estos temas, y tampoco me gusta la forma que determinada prensa y periodistas han estado tratando a Guardiola y a los jugadores del Barça.  No leo ni veo según que prensa y programas, y no voy a entrar ahora en la forma de expresarse de Siro, Roncero y compañía en Punto Pelota, entre otros.

He leído el escrito  así como los artículos e información que dan lugar a las quejas. Me sorprende que alguien pueda enfadarse por los artículos de Diego Torres. Este no lo conocía. Me encantó. En otro blog, bromeábamos acerca de la ubicación del micro oculto que proporciona la información al autor. Se trata de una serie apasionante:  “El entrenador que vino del Smog”.  

En cuanto a lo relacionado, me cuesta creer que un hombre hecho y derecho adopte ese tipo de actitudes. No me puedo creer que eso vaya en serio. Aunque bueno, tampoco hubiese creído nunca que un entrenador se dirigiría a otro por la espalda y le metería el dedo en el ojo delante de 400 millones de espectadores. Y su reacción posterior de ninguneo, etc…

Merece la pena leer la entrevista completa a Michael Robinson. Es divertida, especialmente cuando cuenta anécdotas propias. Pero las palabras completas son:  “Mourinho es un francotirador, no quiero llamarlo asesino a sueldo.”  Y habla de sueldo y objetivos a su manera peculiar. Seguramente se podría expresar de otra forma.

No voy a entrar en los múltiples insultos que le dedican varios periodistas. Lo único que me gustaría es poder acceder al corte o artículo completo, en lugar de los extractos a fin de situarlos en su contexto. Y me refiero a los calificativos como gilipollas, cagón , caradura, macarra…   

Los periodistas no debieran utilizar ese lenguaje. Pero como parece que en el ámbito deportivo rigen otros parámetros, tal vez deba regularlo el comité de competición: ese que hace unos pocos meses estableció que llamar “hijo de puta” no era un insulto, sino un simple menosprecio. Así podremos distinguir con claridad lo que es crítica y lo que es insulto. Porque tal vez, algunos ni tan siquiera  llegan a la categoría de simple menosprecio…

Me niego a calificar las palabras de Godall: un personaje que suele carecer de credibilidad aficionado a las declaraciones y exabruptos grandilocuentes. El sabrá lo que hace y si por este motivo recibe demandas, ya es mayorcito como para asumir las consecuencias de sus palabras. Lo sorprendente es que hace pocos meses se transformó en ídolo y voz de la verdad para ciertos ambientes madridistas al referirse a la  Federación, y la conveniencia de mantener buenas relaciones con ellos.

Lo más importante: no se puede permitir de ninguna de las maneras que el hijo de Mourinho sea insultado a causa de su padre. Al igual que hay que erradicar todo aquello que pueda dar lugar a que los anónimos hijos de árbitros sean también insultados tras un partido. Ni que las cámaras lleguen a la casa de un árbitro donde viven padres, esposas e hijos. O que tras una rueda de prensa incendiaria, un árbitro de la premier tenga que retirarse debido a las amenazas de muerte recibidas.

Para no extenderme más, vuelvo a citar a Michael Robinson en la mencionada entrevista: esto no es periodismo deportivo sino salsa rosa deportiva. Y por tanto debe tener la credibilidad justa. Es cierto que eso vende. Pero también hay quien proporciona el material voluntariamente. Tienen que fijarse unos límites,  todos tienen que poner algo de su parte.

Sí, hay que erradicar el periodismo del insulto. No es de recibo que todo un periódico deportivo inicie una campaña contra el entrenador de un equipo atribuyéndole la responsabilidad de  todas las miserias del mundo. Y  me refiero a Pellegrini.  Aquello fue una campaña de acoso y derribo en toda regla, y a nadie le pareció mal ni hubo demandas (por cierto, felicito desde aquí a los aficionados del Málaga por la buena campaña que están haciendo con Pellegrini. Otro entrenador y ciudad despreciados por el “único” Mourinho)

Por no hablar de Benzemalo….   Otro invento madridista permitido por la prensa. 

Dice John Carlin en el artículo que merece la pena leer completo:

“Como suele ser el caso en los adolescentes difíciles y los dictadores, el personaje que Mourinho expone al público (¿quién sabe, repetimos, cómo es en casa o con sus mejores amigos?) parece carecer de inteligencia emocional. Todos metemos la pata de vez en cuando, insultando al prójimo sin necesariamente querer hacerlo, delatando nuestras inseguridades o vanidades. Cuando lo recordamos, lo normal es ruborizarse y prometernos a nosotros mismos que no se va a repetir. Mourinho mete la pata una y otra vez, cayendo en el ridículo o el oprobio sin arrepentirse o siquiera, aparentemente, darse cuenta. No siente ninguna necesidad de corregir su comportamiento y, como carece de una figura paterna que le reprenda (más bien, es un adolescente consentido), lo sigue haciendo.”

Así que tal vez convendría que Mourinho se defina:  cuando habla y actúa como personaje, y cuando habla y actúa como persona. Seguro que todos nos ahorramos disgustos.

A Kind of Magic