El Milagro de los Andes

Ayer vi por enésima vez la película “¡VIVEN!”, y por enésima vez, me emocione con su final. Narra los hechos reales de unos supervivientes de un accidente aéreo en los Andes,  y de cómo siguieron con vida comiendo los restos de los fallecidos por el impacto. Me acuerdo perfectamente del día que fui a verla al cine, con 15 o 16 años. Todo el mundo hablaba del impacto de que se comían a los muertos. Cuando acabó estaba emocionado, no por el hecho de comerse a los fallecidos, eso me pareció lo mas normal. Te estás muriendo de hambre y solo hay carne en el menú. Lo tomas o mueres.

Lo que realmente me cautivó fue lo que no se vio. Esos actos de compañerismo en esos interminables días, apoyándose los unos a los otros, dándose calor corporal entre ellos para soportar las terribles temperaturas, y, por encima de todo, la larga travesía final que realizan sus dos protagonistas, Ricardo Canessa y Fernando Parrado, atravesando los Andes para pedir ayuda. Eso me fascinó. Estuve días dándole vueltas.

Varios años después, al acabar mis estudios, tuve la oportunidad de ir a trabajar una temporada a Santiago de Chile. Santiago, al igual que el resto del país es un paraíso para los amantes de la montaña. Estés donde estés, a pocas horas dispones de incontables montañas, para realizar todo tipo de actividades. Solía escaparme siempre que podía, con una asociación de montañeros que organizaba bastantes excursiones.

Un día organizaron una travesía a un volcán de unos 4200 metros, con el aliciente de que desde la cima se podía vislumbrar parte de la travesía que habían realizado los dos protagonistas para salvar la vida. Cuando llegamos a la cima, y me explicaron por donde habían subido, por que ruta debían haber bajado de la montaña y subido a la siguiente, para acabar saliendo por aquel valle, me quedé de piedra. Pocos están capacitados para pasar por donde ellos pasaron. Desnutridos, y sin el equipo necesario, poquísimos. En la época primaveral en la que ellos lo hicieron, con todo el peligro de desprendimientos, nadie. Hacerlo significa la muerte. “Vamos a morir”, le dice Canessa a Nando cuando son conscientes de lo que les queda por delante. “Posiblemente, pero lo haremos caminando”, le contestó.

2 Meses antes, el 12 de octubre de  1972, un avión que llevaba al equipo de rugby llamado Old Christians despegó del aeropuerto internacional de Carrasco, en Montevideo, con destino al aeropuerto de Pudahuel, en Santiago de Chile. Con acompañantes y la tripulación, el número de personas a bordo ascendía a 45.  Pero debido al mal tiempo que azotaba los Andes, deben aterrizar en Mendoza, en Argentina. Al día siguiente parten con destino Santiago. El avión en el que viajaban no era un jet que pudiese volar a grandes alturas, por lo que debían buscar a traves de los Andes un paso bajo de montañas para atravesarlo. La ruta que debían seguir era tomar dirección sur siguiendo la linea de los Andes hasta llegar a Malargüe, de allí viraría al oeste, y cuando hubiese atravesado prácticamente los Andes, a un poblado llamado Curicó, retomaría dirección norte para llegar a Santiago.El problema es que mientras atravesaban los Andes, debido a las fuertes turbulencias, la velocidad del avión disminuyó considerablemente, hecho del que no fueron conscientes los pilotos. Y, cuando suponían por el tiempo transcurrido que ya habían atravesado los Andes y el piloto informó de que habían llegado a Curicó, giraron al norte, pero apenas habían realizado la mitad del trayecto, por lo que se metieron de lleno en las montañas en mitad de una tormenta.

Entre tanta nube y preocupados por las terribles turbulencias, no fueron conscientes de donde se habían metido hasta que fue demasiado tarde. Algún pasajero se alarmó al ver el avión por debajo de algunas montañas, y de repente, en la cabina, el indicador de altura les alarmó de donde estaban. Sortearon con dificultad un risco, pero el ala derecha golpeó terriblemente contra la montaña y se partió, lo que hizo que el avión se abriese por la mitad. Muchos trozos de la parte trasera del avión se perdieron, y la parte delantera impactó duramente contra la ladera de la montaña.

Conforme se fueron liberando los que estaban sanos y ayudando a los heridos, viendo quienes estaban bien, se acercaron a la parte delantera del avión para que avisasen por radio del accidente. Estaban todos muertos, menos el copiloto, que agonizaba mientras repetía  “ya pasamos curicó.” Ese día murieron 13 personas, y 3 más durante la siguiente noche. Varios heridos irían muriendo a lo largo de los días a causa de las heridas.

Lo dramático del asunto fue que los pilotos, persistiendo en su error, habían engañado a todo el mundo:

Primero a los equipos de rescate, pues al decirles que ya habían llegado a Curicó, estos los buscaron por una zona a más de 100 kms del lugar del impacto, por lo que al cabo de varios días, suspendieron la búsqueda.

Por otro lado, engañaron  a los supervivientes, pues les hicieron creer que estaban en Chile, muy cerca de la civilización, cuando realmente estaban todavía en Argentina. Cuando Nando y Canessa salieron a pedir ayuda, dirección oeste, atravesaron 65 kilometros de mas difícil y peligroso de los Andes, cuando si hubiesen partido en dirección este, a escasos 20 kilometros  por una travesía no tan complicada, había un retén argentino, con guarda forestal y víveres.

Por medio de un aparato de radio fueron conscientes de que habían suspendido la búsqueda, por lo que, tras varias discusiones morales, decidieron que la única manera de sobrevivir era comiendo la carne de los que habían muerto. Acordaron no tocar los cuerpos de las mujeres ni de los familiares.

La noche del 29 de octubre un tremendo alud que se precipitó por la ladera los sorprendió mientras dormían, y al estar el avión con la parte trasera rota y de cara a la montaña, la nieve entró en el avión como si de un embudo se tratara, a la vez que recubría el avión, y la nieve sepultó prácticamente a todos. Cuando la nieve te atrapa por un alud, es como si te rodease una pared de hielo,  no puedes mover un dedo. Por eso, algunos, con la cabeza a pocos centímetros del aire, no pudieron salir y murieron asfixiados. 8 Personas mas murieron. Paradójicamente, ese alud, muy probablemente les salvó la vida al resto. El grueso manto de nieve que recubría todo el avión, les protegió, al igual que un iglú, de las bajas temperaturas y los terribles vientos que sufrieron durante muchos días.

El día 11 de diciembre, tras muchas expediciones de pruebas y la muerte de varios amigos mas, acaba por convencer a los expedicionarios que ya se había acabado el tiempo de expediciones de prueba y que si no hacían algo acabarían mirándose entre si tratando de adivinar quien seria el próximo en morir, así que al día siguiente,12 de Diciembre, salen para la que seria la expedición que, o les salvaría la vida a los que aun restaban o mataría a los expedicionarios en el intento, no había marcha atrás.

Canessa, Parrado y Antonio Vizintín salen y toman rumbo al oeste en medio de la admiracion y no pocas lagrimas de los que atrás se quedaban, y mientras pasan los días hubo un desacuerdo entre los expedicionarios por la razón de que cuando lograron subir los picos se hallaron que no había ningún valle sino toda una cadena montañosa frente a ellos, al final Canessa y Parrado deciden el jueves 14 de Diciembre que Vizintín (que estaba un poco herido debido a un pequeño accidente) debía dejar su ración de comida a los dos y que regresaría al avión, así pues Vizintín cede su parte de comida y regresa montado en una maleta grande que usa a manera de trineo, el viernes 15 los jóvenes lo ven regresar y esa tarde escuchan por la radio de transistores que la cruz de las maletas había sido vista por el avión de búsqueda uruguayo, mas de uno saltó de alegría, pero el domingo 17 se horrorizan al escuchar que las autoridades argentinas declararon que la cruz es de un grupo de meteorólogos argentinos, nunca pudieron identificar esa cruz como un intento desesperado de los uruguayos para llamar la atención desde el aire.

Todo quedaba ahora en las manos de Canessa y Parrado, ellos serian los emisarios de los desaparecidos. Ese mismo día 17 Canessa y Parrado encuentran algo que para ellos era una señal, un arroyo de agua dulce, y algo de hierba y musgo, es lo mas bonito que ven desde el accidente.

El martes 19 por fin ven seres vivos, son vacas, de alguien tenían que ser, y entre sus desvaríos piensan que podrían robar una y comérsela, ven también la huella de una herradura, clara señal de que alguien a caballo cuidaba de esas vacas, cae la noche y se quedan a dormir a campo abierto, a la mañana siguiente ya no ven las vacas y siguen caminando pero Canessa se siente mal, así que Parrado debe llevar las mochilas, y mientras siguen la rivera de un río se encuentran con otro que les impedía cruzarlo. Deciden quedarse allí y hacer una fogata y mientras Canessa va a buscar leña vio algo que lo dejó sin habla, un hombre a caballo en el otro lado del río. Empieza a gritarle a Parrado que venga a verlo para que lo llame, el llega pero el hombre ya no estaba, se quedan en la rivera del río sin saber que hacer y al poco tiempo les llega otro grito, ahora son tres hombres quienes los ven con curiosidad desde el otro lado del río, los jóvenes ruegan por ayuda y uno de esos hombres les grita algo pero solo alcanzan a entender el final del mensaje, "mañana", Canessa y Parrado los ven irse pero ya estaban seguros de algo, la ayuda llegaría pronto.

Esto sucedía ya para el día 20, para el día siguiente, el 21, llegan otra vez esos hombres y uno de ellos se adelanta para preguntar.  Canessa, pues Parrado por estar mal se había quedado algo rezagado, les pregunta qué es lo que quiere, le escribe algo en un papel y atado a una piedra lo lanza a Canessa al otro lado del río,  entonces Canessa, al recibir ese recado escribe esto:

“Vengo de un avión que cayó en las montañas, soy uruguayo, hace 10díias que estamos caminando, tengo un amigo herido arriba (se refería a Parrado), en el avión quedan 14 personas heridas, tenemos que salir rapido y no sabemos cómo, no tenemos comida, estamos débiles, ¿cuando nos van a buscar arriba?, por favor, no podemos ni caminar, ¿donde estamos?.”

Hecho esto Canessa arrojó la piedra con el mensaje para la persona que se había adelantado, esa persona resulto ser un arriero de nombre Sergio Catalán, quien leyó el mensaje y tras haber entendido de que se trataba se retiró junto a los otros hombres para buscar ayuda, pero antes les arrojó a los agotados supervivientes un poco de pan. Hecho esto se dispuso a cabalgar para llegar al retén de Puente Negro en donde había un destacamento de Carabineros de Chile.

Al cabo de 10 horas de cabalgata Catalán llega al retén militar y da la noticia para asombro de los oficiales que ya desde hacia tiempo daban por muertos a los jóvenes uruguayos, pues habían seguido las noticias del accidente aéreo. De inmediato el capitán del lugar  ordena el despacho de una patrulla de avanzada para llevar a Catalán al sitio donde había visto a los jóvenes.

Ya era el 22 de Diciembre, y mientras tanto unos pilotos de la Fuerza Aerea Chilena, que debían realizar unos vuelos rutinarios, reciben la orden de volar en tres helicópteros al paraje Los Maitenes para recoger a dos jóvenes uruguayos que decían ser sobrevivientes del accidente de hacia ya dos meses atrás.

Cuando llegan, y tras explicarle a los pilotos como llegar, Nando se sube en uno de los helicópteros para guiarles. Conforme avanzaban, el piloto sospechó en muchas ocasiones que Nando estaba perdido, pues dudaba mucho que hubiesen sido capaces de pasar por esos desfiladeros. Y efectivamente, al pasar los picos antes mencionados tuvo una visión que parecía arrancada de una película de ficción, los supervivientes  que quedaban en los restos del aparato habían escuchado los rotores y ahora saltaban por todas partes agitando las manos algunos y cayendo de rodillas en medio de lagrimas los otros, la ayuda tan esperada como demorada por fin había llegado.

Años mas tarde, los propios Nando y Canessa trataron de recorrer la ruta que los había salvado desde Chile, al revés. Totalmente pertrechados, y con un equipo de apoyo  a sus espaldas, tuvieron que desistir de su empeño. Era imposible. En el helicóptero, Nando se echó a llorar desconsoladamente, incapaz de concebir qué fuerza les había empujado a realizar semejante travesía.

La noticia del rescate sacudió al mundo entero, y aunque al principio hubo muchas portadas sensacionalistas, pronto todo el mundo acabó por comprender y tratar a aquellos chicos como realmente se merecían. Unos heroes.

Todavía viven los 16 que salieron con vida de allí. Todos se juntan muy a menudo, han visitado muchas veces el lugar del accidente, y en el 2002, para conmemorar el 30 aniversario, viajaron a Chile para disputar, por fin, el partido de rugby. Muchos de ellos dan conferencias sobre el tema, enseñando al mundo lo que un grupo de personas, si van al unísono, pueden llegar a hacer. Entre esos héroes, Roberto Canessa y Fernando Parrado son los mas admirados, aquellos que  dieron sentido a todo por que un día, por una básica cuestión de dignidad humana, decidieron que era mejor “morir caminando”.

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