Rival: Fútbol Club Barcelona

No amigos, no han leído mal… ni hay un error de edición.

Nuestro próximo rival de Champions, al que debemos derrotar este martes, no es el AC Milán sino el própio FC Barcelona.  Es así, señores. El doce de marzo tendremos que luchar contra nosotros mismos. ¡Vaya epopeya! Para eso, hagamos cada cual a su modo un mea culpa culé, sin involucrar a terceros en esta tarea.

Vayamos por partes, entonces.

1) Relación con uno mismo: la perezosa comodidad

Los estados de deseos ocasionan generalmente emociones.

Para salir de la zona de confort, hay que anhelar más, ambicionando la evolución táctica, buscando la renovación técnica y optimizando la condición física.

El tiki-taka, la posesión y recuperación obsesiva del balón, la intensidad, el rondo, no se pueden vapulear usándolos indiscriminadamente, a sabiendas de que no resultarán contra equipos ultradefensivos o violentos. Esa fidelidad está siendo autodestructiva. Hay muchas formas de hablar el lenguaje del balón y los mejores deben ejercer el multilingüismo futbolístico. Si tropezamos con las piedras de siempre, no hemos aprendido. Urge experimentar sistemas para atravesar muros y desarticular juegos enmarañados. Mantener el engranaje blaugrana es vital, si no se nos van en ello posiciones y clasificaciones, pues el premio mayor de este deporte es la victoria. Algunos fantasmas pueden asombrarnos, como hierba alta o árbitros tendenciosos, pero no podemos convertirnos en una caricatura de lo que supimos ser.

Urge cortar en la propia carne. Es evidente que algunos históricos transitan por una melancólica pendiente que se vuelve contra el míster (¿cómo quitar la titularidad a un capitán sin restarle prestigio?), compañeros (algunos, como Xavi o Alves, exigen malabarismos funcionales del resto de la plantilla, provocando disloques posicionales), ellos mismos (pocos saben lidiar con el paso del tiempo) y los jóvenes que vienen detrás, que pueden hartarse, sea de esperar en el banco una oportunidad, sea de desempeñar funciones que no le son usuales. Sí a gente nueva, puntual, efectiva, promovida de la base o contratada con responsabilidad. Y a repensar el papel de los más experimentados, refuncionalizarlos, para no consumirlos en la hoguera de las vanidades, ni dejar que la luz de su ego los ciegue. Y por último, encontrarle la vuelta al bajón físico de estos meses, que acomete cíclicamente, señal de que algo no se planea del todo bien. Y este año parece que vamos de mal en peor debido a la ausencia prolongada de Tito, lo que se traduce en una cierta anarquía durante los entrenamientos.

2) Relaciones entre nosotros: el envidioso cainismo

Los estados de experiencia ocasionan generalmente acciones.

Y por supuesto, reacciones. Aquí entra nuestro presidente Rosell.

Su obsesión por destruir lo bueno de la gestión anterior, dista de ser constructiva. En lugar de mantener las cosas ejemplares, prefiere borrarlas sutilmente del mapa por revanchismo político. Como bien citó el amigo Patrick los otros días, se ha cargado todo lo que consideró bueno del legado laportiano en el debate electoral: "Hay muchas cosas bien hechas, la primera, erradicar la violencia; después, Unicef; y en tercer lugar, poner a Guardiola”. Pues bien, Sandro fue a por todas ellas.

Nuevamente, caemos en el error de dar la espalda al pasado.

Otro punto débil es la incipiente acefalia. Algunos pesos pesados que andan con la cabeza en otro lado (¿embriagados por la gloria, tal vez?); la supervisión del técnico lejos, en NY; capitanes que no asumen el timón del barco para no colisionar con amistades… Y una dirigencia blanda, sin reflejos, que no defiende al club de los abusos arbitrales ni tampoco a sus jugadores de las injurias verbales. Mismo siendo inútil en la mayoría de los casos (denunciar al sistema perteneciendo a él, no es ético ni da resultados), una actitud firme en ese sentido marcaría posición, no abriría brechas, blindaría a la plantilla de eventuales sanciones dando amparo mediático, de cara no a España, y sí al resto del planeta. Es incalculable el valor de la “Marca Barcelona” actualmente. El fútbol practicado por el FCB ya es sustantivo, adjetivo y verbo… conceptos que hay que defender con uñas y dientes.

3) Relación con el mundo: el iracundo pesimismo

Los estados de costumbre ocasionan generalmente representaciones mentales.

Y esas representaciones, suelen modelarnos el alma.

El jugador más importante del próximo clásico continental, sería tal vez, lo que en Argentina conocemos como “la 12”. No es el árbitro, ni el técnico. Es la hinchada culé, que como nunca antes, ganando o perdiendo, tiene que dejarse los pulmones en el Camp Nou, vibrando, marcando presencia. Nada de críticas perturbadoras el martes… Hagamos una tregua para alentar con el corazón.

Cabe especial mención al papel de la prensa catalana, que responde ciertamente a intereses comerciales. Campañas de deconstrucción alimentadas, váyase a saber por cuál lado de la moneda, florecen en los pasquines de papel u online… Colocando más leña en el horno, que ya tiene muchas patatas asando. Si no es para informar, por favor, apaguemos ese fuego!

De nuevo es misión de la actual gestión, demostrar la transparencia en sus actos, proyectando al mundo la imagen del club, de la Masia y de sus jugadores. Hay que tener valor para defender los valores. Hay que honrarlos. Si dejamos de lado incertidumbres, miedos y derrotismos, saldremos adelante mucho más fortalecidos.

Olvidémonos por un momento de los otros clubes, de las ironías rivales, de los arbitrajes tendenciosos, de la sucia labor de la caverna mediática… Si jugar como los dioses no garantiza triunfos, mucho menos el infierno futbolístico, en el que caemos al repetir pecados. Llegó la hora de exorcizarlos de una buena vez, comenzando por una auto-crítica individual y de conjunto, mirándonos en el espejo sin máscaras.

Este clásico europeo, tal vez el más trascendente de los octavos que nos ha tocado jugar en años, tiene un status simbólico. Puede hundirnos más, aunque se gane, si persistimos en los traspiés que tornan nuestro juego previsible, mecánico, sin magia y falible… O puede ser un renacimiento aunque perdamos, si hacemos de él una causa digna por la cual se pueda y deba luchar. Cayendo de pié si nos no salen las cosas bien, reforzando nuestros talones de Aquiles, pero dando lo más honesto de nosotros, dentro y fuera de campo. Sin lugar a dudas, es una gran oportunidad la que tenemos entre manos.

Parafraseando a Ortega y Gasset: ¡Culés, a las cosas!* Para dejar el enfado y tristeza, la sensación de ambiciones frustradas de antemano, la búsqueda de paradigmas antes que de soluciones propias, que paralizan nuestra original calidad tornándola banal.

Pueden tildarme de ser una somia truites… Pero esta noche de Champions, tenemos que ser uno sólo, pulsantes, vivos, creyendo que es posible la remontada. Anem a posar fil a la agulla… T

Tanmateix, amics!

Anita

* Frase original: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas!”